He perdido la fe en la psicología, o mejor dicho: en l@s psicólog@s. Faltaría a la verdad si dijera que no me han ayudado, de hecho gracias a una psicóloga he podido superar uno de los tragos más difíciles de lo que llevo vivido. Pero también gracias a un informe que esta psicóloga hizo sobre mí me veo odiando a los de su rama. También me odio a mí, por pelotuda, por pedir y permitir que ese informe llegara a manos de mi actual psicóloga en la Unidad de Trastornos de Identidad de Género de Carlos Haya. En mi defensa, ya que entono el mea culpa, alego que no conocía el contenido de ese informe y que, inocente de mí, creía que eso aceleraría el proceso; pues iba a ser que no...
Así que tras año y medio de perder año y medio me dicen, básicamente, que no soy una mujer. Y claro, una se queda con cara de tonta y pensando: "¿Y entonces vivir las 24 horas del día deseando ser totalmente una mujer dónde me deja?" Fácil respuesta: En el mismo sitio que siempre: En la Nada Cotidiana, como diría Zoe Valdez. Así que opté por lo único que podía hacer para no perder el juicio y de paso la vida: autohormonarme. En eso estoy prácticamente sola, salvo por la ayuda de mi médico de cabecera que me echa una mano en temas de análisis, y mi Eva, que es un dechado de paciencia. Y si ya tenía poca ayuda, en cuanto se lo conté a mi psicóloga, si te he visto no me acuerdo, cosa que me parece muy pero que muy poco profesional.

Así que amig@s, seguid mi consejo: si necesitáis a un/a psicólog@ que certifique vuestra transexualidad por tema de papeleo y permisos médicos varios, alegad que todo os va de PM, que sois radiantemente felices y que de hecho el haber nacido en un cuerpo que no os corresponde es una simple molestia. Hay que joerse...